Me
desperté de la anestesia un poco mareada y con la boca pastosa, seca. Las luces
de la habitación, con ese blanco nuclear me hicieron cerrar los ojos y noté que
unas lágrimas se iban formando en mis sensibles ojos.
Era una sensación rara, estaba contenta pero a la vez asustada. ¿Cómo sería
ahora mi nueva vida? Ese gran peso que llevaba encima desde que tengo uso de la
razón, era ahora un vago recuerdo. Pero aún ahora mi pasado me hacía un poco de
sombra allí tumbada en la cama del hospital.
Nadie había venido conmigo, estaba sola. Ningún miembro de la familia estaba de
acuerdo con lo que acababa de hacer, de hecho llevaban tiempo que no estaban de
acuerdo y desaprobaban mi estilo de vida, mis creencias y mi aspecto. En cierto
modo estaba mejor sin ellos a mi lado. Mis padres, ellos eran los que más
odiaban todo esto, pero es casi normal, y no los justifico, bueno si, pero como
decía es normal ya que vienen de una época que esto estaría penado como mínimo
con la cárcel. De todas formas y ahora que nadie nos oye, mi madre, me envió un
regalo antes de mi ingreso en el hospital, un vestido precioso con una nota que
decía: Sabes que te quiero aunque no sepa
por qué haces estas cosas, pero te deseo suerte. Tú padre, en fin, ya sabes
cómo es, dale tiempo. Te quiero.
Ese regalo y la carta me dieron las fuerzas que me hacían falta para entrar ese
día al hospital, no porque no quisiera dar el paso, es que me dan miedo los
hospitales, pero sobre todo la anestesia ¿alguien a parte de mi, ha pensado
alguna vez que podría salir mal y no despertarse nunca más? Pues yo soy de esas
personas que se formulan esa serie de preguntas cuando entra en un hospital,
bueno y si en la habitación habrá baño privado y lo que es mejor, ¿estaré sola
o tendré que aguantar al compañero o compañera de turno? Esas eran más o menos
con las cosas que me comía la cabeza. Claro, luego está la operación sí, pero
siendo de riesgo, todo apuntaba a que saldría bien, y por lo que puedo contar
así ha sido.
Perdón que entra el doctor.
Madre mía que alto, moreno y guapísimo, si no hubiese estado atontada y
dolorida habría saltado de la cama a su cuello y lo habría besado hasta dejarle
sin respiración. Que hombre, que guapo. Bueno, a lo que iba, el doctor me está
mirando con ojo clínico, como si no, y ahora habla con la enfermera, muy mona
por cierto y por la cara que ponen los dos, parece que todo va normal, eso
espero.
El doctor y la enfermera ya se han ido, hace unos quince minutos, no he podido
explicar nada porque me han torturado un poco con las pruebas y no era plan de
detallarlas con pelos y señales, y un poco de vergüenza también me da, para que
negarlo. Pero bueno, ahora os cuento que ha pasado en el momento que han
entrado y como me han manipulado durante esos quince minutos.
No quiero entrar en muchos detalles ahora mismo, dejaré pasar unos meses hasta
que todo esté en su sitio, no me moleste y sea capaz de moverme con total
libertad. Dice el doctor que todo ha salido genial, y que en unos días podré
hacer vida normal. No sabéis lo que me alegra. A lo que iba, el pecho está
perfecto, apenas me quedará cicatriz, no he querido pasarme y me he puesto una
noventa y cinco, dos envidias para las demás. Mis partes íntimas, esa zona como
que no me la puedo ver bien con tanta gasa y venda, pero cuando me han estado
mirando he podido ver con un espejo de mano, que todo estaba como tenía que
estar, eso sí, hinchado y con un color que ahora mismo un hombre saldría
corriendo y no pararía hasta que le diera un paro cardíaco. Pero en unos días
estará en perfectas condiciones. Todos los demás retoques, nariz, nuez, labios
y ojos ya me los hice hace un tiempo, mientras estaba en tratamiento con un
psicólogo y un psiquiatra. Hay que pasar por todos ellos cuando te embarcas en
esto. Nada más que dos años hasta llegar a esta cama.
Ahora soy feliz, y solo me queda recuperarme de toda la operación y seguir
algunas pautas de dilatación de cierta zona con unos aparatos que mejor no
sepáis que son. Ya os iré poniendo al día de cómo me va mi nueva vida.
Por cierto mi nombre real es Miguel, pero como he dicho, desde hace unos
años todos me conocen como Laura.
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