24 de mayo de 2009

Oí decir

Me dijeron que te vieron caminando por tierras solitarias, de aquellas que solo existen en las novelas de amor. Que caminabas agarrado de la mano de tu vida, que la mirabas con deseo, pero que sonreías al más allá.
Me dijeron que ese día llovía, pero que el agua era suave y que apenas mojaba. Que tu vida lloraba agarrada de tu mano, porque no la mirabas. Decían que sus lágrimas eran como la lluvia de aquél día.
Me dijeron que te vieron sentado en la fina arena de la playa, mirando más allá de las azules aguas, y que a tu lado estaba sentada tu vida. Que apenas os mirabais, que entre vosotros dos la arena creaba murallas y que el viento luchaba por tirarlas. Que de tus labios salían sonidos del mar y de tus manos castillos de arena.
Escuché que ayer caminabas solo, que vagabas por montes verdes. Que en tu mano llevabas tu futuro, tu última carta. Que subiste al monte a meditar, hablar con el infinito y que bajaste feliz.
El viento me explicó que ya no llorabas al mirar el cielo, y que de tu mano iba agarrada sonriente tu vida. Oí que de tu boca salían palabras de amor y que en tus labios se dibujaban dulces sonrisas.
Me dijeron que el otro día, te vieron caminar por la ciudad, sonriente. Escuché que conociste a tu alma y que te robó el corazón, sí, ése que dejó de latir y que ahora compone la más bella música, el que late si ella está a tu lado.
Dicen que es la muchacha más guapa que ha caminado sobre la faz de la tierra, que cuando sonríe, el sol más brilla y el tiempo se detiene.
La noche me dijo, que os vió saltar de estrella en estrella agarrados de la mano. Me dijo, que os escucho hablar de las flores y que después os quedasteis dormidos, entrelazados, en la estrella que más brillaba.
El tiempo me contó, que os vió caminando por parajes extraños de muchos colores, donde no llovía nunca, donde el viento arrastraba poemas.
Oí que caminabais descalzos, agarrados de la mano con vuestras almas entrelazadas, que delante de vosotros caminaban vuestras vidas, agarradas y abriendo nuevos caminos.

La luna me dijo que os queríais.


Bajo tu sauce, descansaras

Yo soy la muerte, vestida de blanco,
Que vengo a buscarte, a abrazarte.
Yo soy el viajero eterno, el que te busca,
El que te espera.
Yo soy el astronauta muerto, en el espacio,
El que vaga por la fría oscuridad, el que te contempla,
El que te atormenta.
Yo soy el guardián de tu vida, viejo, sin ganas,
Sin nada, sin ti.
Yo soy el aire, el de las tardes de agosto,
El que te susurra, el que te abrasa.
Yo soy aquel insecto que te pica, el de las primaveras,
El que te molesta, el que no ves.
Soy el polvo que pisas, el que entra dentro de ti,
El que ensucia, el que está en todas partes.
Yo soy el ayer, el hoy y el mañana.
Soy el sonido del grillo, el cantante de sombras,
El que nunca encuentras.
Yo soy todo y nada.
Yo soy la muerte, vestida de blanco,
Que vengo a buscarte.
Haz tu equipaje, coge tu vida, guárdala,
Métela en esa caja de recuerdos,
Pues donde vamos no la necesitaras,
Ya sé a acabado todo, solos tú y yo,
La muerte y la exigua vida,
Que de la mano, hasta la eternidad,
Hasta los confines del tiempo.
Ahora descansaras, bajo tu sauce,
Tranquilo, sin nada, con calma,
Con eterno silencio.

Vístete de dulce nata

De colores pintas tu sonrisa,
De azúcar tus labios,
Tus ojos, el espejo de mi alma.
Llévame a tu dulce casa,
Déjame entrar en tu corazón de chocolate,
Que quiero devorarte,
Que quiero saborearte.
Vístete de dulce nata,
En jugosa mermelada,
Que hoy tengo hambre.
Entre fresas y melocotones,
Vives en mundos de macedonia.
Tu cuerpo esculpido en trufa,
Montañas de pasión,
Pinceladas con fresas.
Déjame bajar por tu monte,
Acercarme a tu corazón,
Que es de chocolate,
Que es un bombón.
Vístete de dulce nata,
Úntate en mermelada,
Que quiero saborearte,
Que quiero devorarte,
Que hoy tengo hambre.

21 de mayo de 2009

Me deleito con tu carne

Tengo sed de sangre,
Sed de venganza,
Hoy voy a por ti, alma mugrienta,
Alma pobre.

Voy a robarte la vida,
Esa en la que no crees,
Esa que saboreo, esa que muerdo,
Esa, es mi vida.

Tu no me conoces, mas yo a ti si,
Te vi nacer y crecer,
Y ahora te hare enloquecer,
Si, voy a por ti.

Sobrevuelo la ciudad,
Expandiendo mis alas,
Oscureciendo la ciudad,
Voy a por ti, si, vuelo tras de ti.

En lo alto de la catedral, te espero,
Entre gárgolas intimidantes,
Entre guardianes de piedra,
Te acecho, si, voy a por ti.

Te veo, caminas despacio,
Sin rumbo, perdido,
Entre efluvios del alcohol,
Buscando en tus bolsillos, la llaves de la razón.

Salto, me abalanzo sobre ti,
Te agarro por detrás, no me ves,
Sujeto tu cabeza, se tensan los músculos,
Sonido astillado.

Emana tu vida, roja, caliente y espesa,
Me bebo tu esencia, la saboreo,
Me deleito con tu carne, cascara de pusilánime,
Sabroso banquete, alimento del alma.

Saciada mi sed y mi hambre,
Ya cansado de devorar,
Me acicalo los ropajes,
Sobrevuelo la ciudad.

Amanece.

Mi esquina, rincón de pesares

Hoy llueven lágrimas de tristeza,
Acuden nubes negras, nubes de ceniza,
Hoy llueven lágrimas del ayer.

Camino por calles mojadas,
Agua de recuerdos,
Charcos sin reflejos.

Cae la noche, cerrada,
Oscura como tu corazón,
Afilada como tus palabras,
Hollín en tu alma.

Busco mi hogar entre enjambre de hierros,
Oxido de convivencias,
Heridas hambrientas.

Letrero luminoso a la invitación,
De bares solitarios, cervezas rubias,
De compañeras espumosas.

Neblina de alcohol,
Paso tras paso, en callejones sucios,
De vuelta al hogar, cargada mi alma de dolor.

Busco mi lugar entre enjambres de hierros,
Entre ratas y durmientes callejeros,
Cruel olor, a basura, al desamor.

En esa esquina, entre cartones vivo,
Rodeado de nauseas, de dolor,
Mi esquina, rincón de pesares.

Cierro los ojos, mas no sé si los abriré.

Entre remolinos de placeres

Quiero saborearte, untarme en ti,
Quiero poseerte, sentirme dentro de ti,
Quiero enloquecerte, morderte, ser parte de ti.


Baila sobre mí, danza locas coreografías,
Apriétame fuerte, no quiero escapar,
Átame, agótame, deléitame.


Ensaliva mi cuerpo,
Baja lentamente, exprime mi sabor,
Hasta la cintura, no bajes más,
El postre lo dejamos para el final.

Ahora soy yo el que te tiene,
Tendida ante mí, escultura viviente,
Tengo hambre de ti.

Te muerdo tu dulce cuello, suavemente,
Me pierdo entre montañas salvajes,
Exploro montes, te absorbo,
Manjar de miel, fruta prohibida.

Te poseo, me posees,
Entre remolinos de placeres viajamos,
Entremos en éxtasis, acoplados,
Dancemos y mezclémonos.

Si el hambre continua, siempre nos quedara el postre.

Un poema “refrito”

Hoy el viento ha arrastrado tu perfume, dulce, acaramelado,
Hoy han florecido nuestras flores, amarillas, rojas, algunas en morado.

La soledad era esto, sentirte y no tenerte,
Como anhelo tu sonrisa, el roce de tus labios,
La miel de tu cántaro.

Qué envidia me da el sol, que te acaricia,
Qué envidia me da el agua que te inunda,
Qué pena es no tenerte,
Qué pena perderme tu vida.

Estoy cansado de poemas, de recitales de dolor,
Quiero escribir cuentos de príncipes, de princesas,
De reinas, de castillos, de batallas y de glorias.

Estoy cansado de padecer esta enfermedad,
La enfermedad del desamor, de la tristeza, de la soledad.
Estoy harto.

Quiero crear historias de fantasía,
De gangsters, policiacas, de aventuras,
Quiero contar la vida que será.

De viajes a lugares mágicos, de casas de chocolate,
Del nunca jamás, hablar de personajes inventados,
De alegres reuniones, de anillos únicos.

Quizás así cree la felicidad en mundos irreales,
Porque la mía no me interesa,
Quiero crearme, hacerme a mí mismo,
Reinventarme, quiero volar.

Si, la soledad era esto.

Estoy difuminado, harto de poemas,
Hastiado de bellas palabras,
Rabioso del amor, celoso de tu sombra.

Aquí dejo esto, si esto, un "sin poema", sin versos,
Sin rimas ni florituras, sin besos,
Sin caricias, sin nada, vacio, solo palabras.

Hoy el viento ha arrastrado tu perfume,
Hoy he cerrado puertas y ventanas,
He prendido inciensos, camuflaje de olores.